sábado, 12 de abril de 2014

LAVADEROS PÚBLICOS (II)















No había pueblo de más de cincuenta vecinos que no luchase, durante el siglo pasado, por la construcción de un lavadero, el único método conocido hasta la fecha para aliviar el dolor de las espaldas de las mujeres que se pasaban horas arrodilladas, frotando la ropa de la familia.

Eran tiempos de pobreza y miseria, con una economía de supervivencia. No había lujos ni se pretendían, pero cuando los que vivieron aquellos años los recuerdan, siempre consiguen dejar de lado las vivencias de la falta de todo para, sin embargo, rescatar del recuerdo los momentos de compartir con los vecinos, cuando surgían los comentarios y las bromas y siempre había lugar para la risa. Aquellas tertulias no premeditadas donde no se servía ni café, ni pastas, ni se formaban corrillo en la mesa del salón, son rememoradas con cariño y siempre tenían un escenario común, los lavaderos.
Estas construcciones fueron lugar de encuentro de las mujeres y de confidencias íntimas que la sociedad se negaba a escuchar, hervideros de lo bueno y de lo malo, donde además de sacar el negro de la ropa conseguía sacárselo también del alma, en una época donde la pobreza dejaba poco tiempo para el humor.

Estas fotos han sido hechas en La Orotava (Tenerife) en una jornada organizada por el Colectivo Cultural La Escalera para evocar la memoria y tradición de las costumbres de antaño.


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