sábado, 5 de marzo de 2011

EL RASTRO DE MADRID


 
Todo el mundo que me conoce un poco sabe mi fascinación por El Rastro.  Será porque desde bien pequeña me llevaban casi todos los domingos.  Vivíamos en la calle Tribulete, a dos patadas del Rastro.
  De aquellos años recuerdo sobre todo gente que me rodeaba, que muchas veces hasta ni me dejaban respirar.  Yo llegaría como mucho a la cintura de mi padre y este de vez en cuando tenía que subirme y llevarme en brazos.

El Rastro


2008
 
  De los juguetes que veía por allí siempre me llamaba la atención el mono saltando y tocando los platillos y el mágico Pepito.  Pepito era un pequeño muñeco hecho de papel y no recuerdo si tenía colcho o algo similar que ante la mirada de aquella niña de pocos años se movía él solito, un hombre decía: “Pepito, baila” y aquel muñeco obedecía rápidamente. “Pepito descansa”, y Pepito parecía sentarse.



Rastro de Madrid


Tiburón Payá

2 comentarios:

  1. Me gusta ir de vez en cuando a pasear por allí. De pequeño iba con mi padre para cambiar cromos, después iba a por discos y durante unos años dejé de ir. Ahora como ya digo, intento ir de cuando en cuando.

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  2. No sabéis cómo os envidio por tener un lugar así donde se puede ir a ver qué puede interesar. O simplemente por curiosear.
    Es fascinante.

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