Todo el mundo que me conoce un poco sabe mi fascinación por El Rastro. Será porque desde bien pequeña me llevaban casi todos los domingos. Vivíamos en la calle Tribulete, a dos patadas del Rastro.
De aquellos años recuerdo sobre todo gente que me rodeaba, que muchas veces hasta ni me dejaban respirar. Yo llegaría como mucho a la cintura de mi padre y este de vez en cuando tenía que subirme y llevarme en brazos.
El Rastro |
2008 |
De los juguetes que veía por allí siempre me llamaba la atención el mono saltando y tocando los platillos y el mágico Pepito. Pepito era un pequeño muñeco hecho de papel y no recuerdo si tenía colcho o algo similar que ante la mirada de aquella niña de pocos años se movía él solito, un hombre decía: “Pepito, baila” y aquel muñeco obedecía rápidamente. “Pepito descansa”, y Pepito parecía sentarse.
Rastro de Madrid |
Me gusta ir de vez en cuando a pasear por allí. De pequeño iba con mi padre para cambiar cromos, después iba a por discos y durante unos años dejé de ir. Ahora como ya digo, intento ir de cuando en cuando.
ResponderEliminarNo sabéis cómo os envidio por tener un lugar así donde se puede ir a ver qué puede interesar. O simplemente por curiosear.
ResponderEliminarEs fascinante.